En ocasiones, disfruto recordando cómo eran antes las cosas.
Me vienen emociones extraordinarias cuando me acuerdo del olor que tenía el pan
recién hecho de la tahona que estaba cerca de mi casa. Un balón era un tesoro
que te garantizaba horas de entretenimiento con los amigos. Si no había balón,
nos bastaban 22 chapas de botellas, un garbanzo y unas cajitas de cartón para
vivir en primera persona los mejores partidos. Un cuaderno en blanco era un
libro por escribir. Ir a la playa era un viaje de más de 7 horas por carreteras
estrechas, llenas de curvas y coches lentos que apenas superaban los 90 km/h
que pasaban por los pueblos y te permitían conocer otras gentes. La televisión
era aquello que adornaba el mueble y que la mayor parte del tiempo estaba
apagada. Un cuento era una sesión de cine en casa. La radio, la radio era el
mundo exterior que otros me acercaban a mi hogar. La Navidad era aquella época
del año en la que unos señores desconocidos te traían algún juguete,
normalmente no acertaban nunca con mis deseos, pero me encantaba lo que me
traían.
Hoy el pan no huele como el de antes. Un balón es uno más
entre tantos. Las chapas, garbanzo y caja de cartón, son tres elementos sin
combinación alguna entre ellos. Un cuaderno en blanco es algo inútil y hortera,
existiendo el ordenador. Ir a la playa es cuestión de 3 horas, sentado en tren
y visionando una película. La televisión es eso que no nos permite conversar y
poco a poco nos roba nuestra capacidad de pensar. Un cuento es eso que narran
los abuelos y que no entiendo muy bien. La radio, es un aparato donde siempre
están hablando personas que entienden de todo y buscan que yo piense de la
misma manera que lo hacen ellos. La Navidad es una época del año que…
No quiero abrir un debate sobre que el pasado fue mejor que el presente. Quiero
ir más allá. Cuánta imaginación nos permitíamos desarrollar antes y cuánta
ahora. Las “incomodidades pasadas” nos permitían tiempo para leer, hablar,
escuchar, crear, imaginar, pensar, sentir, debatir, imaginar. Vivíamos más la
familia, la amistad. Existían valores que hoy algunos desconocen su existencia.
Y eramos felices.Ahora con toda la tecnología puesta a nuestro alcance, supuestamente para facilitarnos la vida y estamos deseando que los días tuvieran 24 horas más ¿Para qué? Para llenarlas de correos, de reuniones, de viajes de negocios, de agobios, de stress...
Si te hace reflexionar esto que escribo, sentiré que parte
de mi objetivo inicial está logrado.
Si te hace actuar de manera distinta, lo habré cumplido con creces.
No hay comentarios:
Publicar un comentario