Siempre marco el inicio de la navidad una
vez pasa la semana del gran puente de diciembre. Todo lo que me rodea desprende
aroma navideño. Los escaparates de las tiendas muestran sus adornos. Los vecinos
cuelgan de sus balcones ese Papá Noel que año tras año intenta escalar la
fachada pero que nunca lo logra. Los centros comerciales nos brindan la
oportunidad de escuchar sus mejores villancicos una y otra vez. La televisión
despliega su fantástico catálogo de perfumes y colonias. Los restaurantes
anuncian sus menús especiales para estas fechas. Las personas llevan sus manos cargadas de bolsas tras pasar una tarde de compras. Los niños miran con ilusión y
esperanza ese juguete que tanto desean tener entre sus manos y con el que se
convertirán en guerreros del espacio o les permitirá vivir mil y una aventuras.
También, año tras año, miro con asombro aquello que va
desapareciendo relacionado con la navidad. Cada vez recibo menos felicitaciones
navideñas por correo. Ahora han sido sustituidas por un correo electrónico
impersonal y que me felicita la navidad en múltiples idiomas. Ya no recibo
llamadas telefónicas de amigos o familiares deseándome Feliz Navidad, ahora se
lleva el mandar un sms o hasta eso ha desaparecido, te lo ponen en Facebook o
te manda un whatsapp (espero haberlo escrito correctamente). Las reuniones
familiares se ven como una obligación, en vez de vivirlas como un momento de
compartir y disfrutar de la presencia del otro. Ya no existe en muchas casas
la bandeja llena de dulces navideños,
para ofrecer a las personas que nos visiten ¿Y el aguinaldo? Preguntad a los pequeños si
saben qué es eso. En los tiempos actuales para considerar que una navidad ha sido verdaderamente feliz tenemos que esperar a hacer balance de los regalos recibidos. A eso tenemos que restarle los regalos entregados y comprobar qué resultado nos da.
Creo que los reyes magos cuando ahora nos miran, se sorprenden de lo que ven.
¿Dónde está la navidad que yo disfruté de pequeño? Tengo
claro que desapareció según fui creciendo y que no volverá nunca.
Sin embargo me resisto a pensar que la navidad hoy tan solo
es un período donde consumir sin más. Buscando tener ese teléfono nuevo, o perfume,
o zapatos, o ese último aparato tecnológico. Eso que estamos seguros que nos
permitirá alcanzar la felicidad. Sin embargo, pasadas tres semanas ocupará un
lugar más de nuestro armario y compartirá espacio dentro del fantástico museo
que vamos construyendo de objetos que no consiguieron hacernos felices más allá
de 15 días.
Los medios de comunicación nos dicen que se espera que el
consumo medio estas navidades sea de unos 179€ por hogar frente a los más de
374€ que se gastaron en las navidades del año 2.007 (último año antes de la
crisis). El no poder adquirir los productos que se desea genera ansiedad a
muchas y nos lleva a meternos en un estado de tristeza.
Por favor, no entremos en ese juego. Por una vez decidamos
nosotros. La navidad es un período para consumir. Siempre ha sido el momento
del año que más se ha consumido. Yo este año consumiré. Quiero ser el máximo
consumidor del mundo. La elección está en cada uno de nosotros. Yo digo
públicamente que SÍ quiero consumir al máximo en Navidad. Yo SÍ voy a consumir
en Navidad y voy a invertir todo lo que tengo en ella. Empecemos por felicitarla a todo el que se nos cruce. Si decides hacerlo, hazlo de verdad, con un abrazo, con una sonrisa, con un verdadero apretón de manos.
Busca a esos amigos que hace tanto que nos ves y en lugar de un sms pasa un rato con ellos compartiendo un café, disfrutando del placer de estar juntos, de tener tantas cosas en común.
Siente que el estar presente en las comidas familiares es muy sano. Muéstrales lo mucho que les quieres y lo agradecido que estás por sentirte querido. Pocas cosas hay más importante en la vida que el tener familia. Si tienes dudas, llámame y te llevo a un lugar donde muchas personas te dirán lo que darían por tener una familia y sentirse parte de ella.
Emociónate viendo la sonrisa de un niño. Respira y llena tus pulmones de la felicidad que da ser un consumidor emocional. Te advierto,no te engaño, genera adicción. Una vez que lo pruebas no podrás parar.
Canta, Grita, Ríe, Vive, Transmite, EMOCIÓNATE con la navidad y lo que es más importante logra que los demás también se emocionen. Da, sin esperar recibir. Son tres semanas mágicas para dar rienda suelta a las emociones. Olvidemos el consumismo material y gastemos como locos en emociones, seamos consumistas emocionales. Repartamos pequeñas píldoras de felicidad entre los que nos rodean.
Estoy convencido que cuando terminen las navidades, sentiremos que han sido una de las mejores de nuestra vida.
¿Te apuntas?
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