Una de las preguntas que más me hacen los mandos intermedios
es la de ¿qué puedo hacer para motivar a mi equipo? Mi respuesta siempre es la
misma: ¿Qué estás dispuesto a hacer?
Pensamos que cada uno de nosotros puede motivar a otro.
Estamos equivocados. Cada uno es el responsable de estar o no motivado. La
palabra motivación deriva del latin motivus, que significa «causa del
movimiento». Podemos definir la motivación como la causa o señal que se
descubre en una persona hacia un determinado medio para satisfacer una
necesidad, creando o aumentando con ello el impulso necesario para que ponga en
obra ese medio o esa acción, o bien para que deje de hacerlo. La motivación es un estado interno que
activa, dirige y mantiene la conducta. Desde hace un tiempo las empresas consideraron que para conseguir empleados motivados había que establecer un sistema de comisiones que les resultara atractivo.
Años más tarde le sumaron sistema de premios, viajes, coches
de empresa, tickets restaurant, seguro médico, condiciones ventajosas con
ciertas empresas asociadas…
¿Quieren las empresas personas que solo están motivados
mientras vean dinero? Sin embargo, la realidad es que el 85% de los empleados se encuentra desmotivado en su lugar de trabajo. Curioso al menos ¿no?
En alguna ocasión he escuchado la frase: Son unos
desagradecidos. Cuánto más le damos, menos motivados están. Me viene el símil de aquellos padres que piensan que se
pueden ganar el cariño de sus hijos haciéndoles buenos regalos. Hace falta algo
más ¿no?
Los mandos intermedios, al menos gran parte de ellos, juegan
con lo material, lo económico para buscar la motivación de sus equipos. Hasta
ellos mismos están metidos en este sistema para conseguir que estén motivados.
Cuando lo veo desde fuera me viene la imagen del caballo con la zanahoria
delante de los ojos. En un momento inicial el caballo galopará buscando alcanzar
esa zanahoria. Pasado un tiempo no dará un paso más por alcanzarla, solo dará
los que considere necesarios dar por necesidad suya, no por ese incentivo que
se le muestra.Toda motivación se produce por la existencia de una necesidad. Puede ser una necesidad relativa, absoluta, de placer o de lujo. Esa necesidad es individual de cada uno ¿Puede mi jefe generarme necesidades? En alguna ocasión puede coincidir lo que el me ofrece con lo que yo necesito, en otras muchas no.
Por otra parte existen diferentes motivos que llevan a que una
persona esté motivado: racionales, emocionales, egocéntricos, altruistas, de
atracción o de rechazo….
Cada uno de nosotros tenemos necesidades distintas, motivos
diferentes para sentirnos motivados. Entonces ¿puede un mando intermedio crear
una necesidad común y un motivo común para que todo su equipo se encuentre
motivado? Existirá un objetivo común. Un fin al que llegar en el que una vez
alcanzado, exista una recompensa. Puede que esto motive a todos, puede que no.
Detrás de toda motivación existe una creencia. Si yo creo
que mi jefe es un inepto. Ya me pueden poner miles de zanahorias delante que no
daré un paso. Puedo creer que las acciones últimas realizadas por la empresa
nos encaminan a un fin seguro, no existirán zanahorias en el mundo para que yo
inicie mi camino.
Si no bajo a trabajar esa posible creencia poco haré para
conseguir motivación en la persona. Creencia+ Necesidad+ Motivo= Motivación
¿Cuántos mandos están hoy preparados para modular creencias?
¿Cuántos llegan a identificar la creencia que lleva a que un colaborador suyo
carezca de motivación?
En las empresas los responsables de los equipos se quedan en
un nivel muy básico a la hora de trabajar la motivación de sus colaboradores.
1.- Generan sistema de incentivos, premios que resulten
atractivos a sus colaboradores.
2.- Analizan de manera individual qué motivan a sus
colaboradores. Realizando una gestión individual dentro del equipo.
Llegar al punto 2 es algo poco común, si bien se está
haciendo cada vez más en las empresas.
3.- Modular la creencia que lleva a que una persona no se
sienta motivado en el trabajo. Este punto requiere de un aprendizaje por parte
del mando intermedio para poder llevarlo a cabo. Primero tiene que ser capaz él
mismo de modular sus propias creencias. Difícil motivar a otro si yo mismo no
me encuentro motivado.
En este aspecto el coaching realiza un trabajo
extraordinario. Dota a los mandos intermedios de las habilidades necesarias
para identificar creencias limitantes en sus empleados; se les forma para que
sean capaces de modularlas y generar en sus colaboradores otras creencias
positivas que le lleven a la acción, le lleven a estar motivados.
Haz la prueba. Habla con ese colaborador falto de
motivación. Verás como siempre está basado en una creencia. Cuando la
identifiques…llámame.
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