jueves, 29 de diciembre de 2011

Motivo de acción


Una de las preguntas que más me hacen los mandos intermedios es la de ¿qué puedo hacer para motivar a mi equipo? Mi respuesta siempre es la misma: ¿Qué estás dispuesto a hacer?
Pensamos que cada uno de nosotros puede motivar a otro. Estamos equivocados. Cada uno es el responsable de estar o no motivado. La palabra motivación deriva del latin motivus, que significa «causa del movimiento». Podemos definir la motivación como la causa o señal que se descubre en una persona hacia un determinado medio para satisfacer una necesidad, creando o aumentando con ello el impulso necesario para que ponga en obra ese medio o esa acción, o bien para que deje de hacerlo. La motivación es un estado interno que activa, dirige y mantiene la conducta.
Desde hace un tiempo las empresas consideraron que para conseguir empleados motivados había que establecer un sistema de comisiones que les resultara atractivo.

Años más tarde le sumaron sistema de premios, viajes, coches de empresa, tickets restaurant, seguro médico, condiciones ventajosas con ciertas empresas asociadas…
¿Quieren las empresas personas que solo están motivados mientras vean dinero?

Sin embargo, la realidad es que el 85% de los empleados se encuentra desmotivado en su lugar de trabajo. Curioso al menos ¿no?

En alguna ocasión he escuchado la frase: Son unos desagradecidos. Cuánto más le damos, menos motivados están. Me viene el símil de aquellos padres que piensan que se pueden ganar el cariño de sus hijos haciéndoles buenos regalos. Hace falta algo más ¿no?
Los mandos intermedios, al menos gran parte de ellos, juegan con lo material, lo económico para buscar la motivación de sus equipos. Hasta ellos mismos están metidos en este sistema para conseguir que estén motivados. Cuando lo veo desde fuera me viene la imagen del caballo con la zanahoria delante de los ojos. En un momento inicial el caballo galopará buscando alcanzar esa zanahoria. Pasado un tiempo no dará un paso más por alcanzarla, solo dará los que considere necesarios dar por necesidad suya, no por ese incentivo que se le muestra.

Toda motivación se produce por la existencia de una necesidad. Puede ser una necesidad relativa, absoluta, de placer o de lujo. Esa necesidad es individual de cada uno ¿Puede mi jefe generarme necesidades? En alguna ocasión puede coincidir lo que el me ofrece con lo que yo necesito, en otras muchas no.

Por otra parte existen diferentes motivos que llevan a que una persona esté motivado: racionales, emocionales, egocéntricos, altruistas, de atracción o de rechazo….
Cada uno de nosotros tenemos necesidades distintas, motivos diferentes para sentirnos motivados. Entonces ¿puede un mando intermedio crear una necesidad común y un motivo común para que todo su equipo se encuentre motivado? Existirá un objetivo común. Un fin al que llegar en el que una vez alcanzado, exista una recompensa. Puede que esto motive a todos, puede que no.

Detrás de toda motivación existe una creencia. Si yo creo que mi jefe es un inepto. Ya me pueden poner miles de zanahorias delante que no daré un paso. Puedo creer que las acciones últimas realizadas por la empresa nos encaminan a un fin seguro, no existirán zanahorias en el mundo para que yo inicie mi camino.
Si no bajo a trabajar esa posible creencia poco haré para conseguir motivación en la persona.
                         Creencia+ Necesidad+ Motivo= Motivación

¿Cuántos mandos están hoy preparados para modular creencias? ¿Cuántos llegan a identificar la creencia que lleva a que un colaborador suyo carezca de motivación?
En las empresas los responsables de los equipos se quedan en un nivel muy básico a la hora de trabajar la motivación de sus colaboradores.

1.- Generan sistema de incentivos, premios que resulten atractivos a sus colaboradores.
2.- Analizan de manera individual qué motivan a sus colaboradores. Realizando una gestión individual dentro del equipo.

Llegar al punto 2 es algo poco común, si bien se está haciendo cada vez más en las empresas.
3.- Modular la creencia que lleva a que una persona no se sienta motivado en el trabajo. Este punto requiere de un aprendizaje por parte del mando intermedio para poder llevarlo a cabo. Primero tiene que ser capaz él mismo de modular sus propias creencias. Difícil motivar a otro si yo mismo no me encuentro motivado.

En este aspecto el coaching realiza un trabajo extraordinario. Dota a los mandos intermedios de las habilidades necesarias para identificar creencias limitantes en sus empleados; se les forma para que sean capaces de modularlas y generar en sus colaboradores otras creencias positivas que le lleven a la acción, le lleven a estar motivados.
Haz la prueba. Habla con ese colaborador falto de motivación. Verás como siempre está basado en una creencia. Cuando la identifiques…llámame.

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