Mi asistencia a diferentes eventos, talleres, cursos, me
permite compartir espacio y tiempo con compañeros coaches y mantener
conversaciones sobre el momento actual que está viviendo esto que tanto
queremos y las posibles evoluciones que el coaching experimentará en los
próximos años. Los debates son interesantes y las opiniones diversas y enriquecedoras.
Uno de los temas que siempre sale es la multitud de personas
que se están acercando al coaching, unas para conocer eso de lo que últimamente
se habla tanto, otras al verlo como una posible salida profesional, otros para vivir
un proceso de transformación, …
Que cada vez seamos más, es fantástico. El “¿para qué vienen?"
es lo que puede llegar a inquietar. Como en todo, aquello donde se huele a "posible rápido negocio"
sirve de reclamo para multitud de personas que quieren sacar partido de ello.
Realizan un curso express (en el mejor de los casos) y ponen en su tarjeta la
mágica palabra “Coach”. Eso lleva a un intrusismo que no beneficia para nada al
coaching. Os puedo garantizar que la realidad es muy distinta.
Estoy convencido que para ser pintor es necesario acudir a
una escuela de pintura, donde nos formen en las técnicas de color, de luz, de
perspectivas, de mil cosas relacionadas con la pintura para conseguir saber
pintar. Sin embargo, el pasar por un curso de pintura, no me hace pintor. A
esos conocimientos tendré que añadir que tenga el talento dentro para llegar a
ser buen pintor, para convertirme en
artista de la pintura. Para desarrollar el talento es necesario, más formación,
práctica, horas y horas de pensar en la pintura y una preocupación casi
enfermiza de cómo mejorar cuadro a cuadro.
Opino que en el coaching ocurre lo mismo. Acudir a una
escuela de coaching, nos proporciona el título de coach. Sin embargo, debo
añadir el talento interno para ser artista del coaching. Considero que el coaching es un arte. Saber
qué pregunta hacer en el momento justo, proteger al coachee en su justa medida,
crear la confianza necesaria, saber hasta dónde llega nuestra responsabilidad, realizar
nuestro trabajo con humildad, dominar las emociones, conocer los aspectos éticos de nuestra profesión
y llevarlos a la práctica. Vivir un constante desarrollo
como coach. Investigando, leyendo, participando en eventos, horas y horas,
sesiones y sesiones, conversaciones, supervisiones,…
Sitio, seguramente existe para todos o no. El dónde se
coloque a cada uno, el mercado se ocupará de hacerlo. Tendremos coaches de alta
gama y coaches de todo a euro. El debate seguirá ocupando momentos de conversación
en nuestros encuentros.
Dar brochazos al aire, no me convierte en artista, aunque siípuedo ser pintor. Saber qué trazo dar y
qué color usar para llevar al otro a pensar y buscar en su interior,
sí me hace artista.
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